sábado, 20 de mayo de 2017

WELCOME TO SERBIA


Ayer partimos de Mohàcs dirección Sur bordeando una reserva que hay junto al río. Por la mañana el cuerpo está más fuerte aunque en las primeras pedaladas pique biela al estar frío.
Nuevamente el viento, ligeramente más intenso, no era a favor y la velocidad era de unos 17 kmh. A medida que avanzaba el día aumentaba el calor. Los primeros dolores comenzaban a despertarse. Juan está aquejado de un dolor en el gemelo que a pié le hace cojear. Ahora es mi rodilla derecha la que vuelve a tomar el mando. Le siguen a poca distancia un codo, la zona del hojaldre y una recalcitrante zona sacrolumbar que se había mantenido discreta estos días.
A unos 40 metros dos tipos vestidos de camuflaje nos hacen gestos para irnos deteniendo. A medida que nos acercamos vemos que son del ejército. Estamos a un paso de la frontera con Croacia por un lado y  la de Serbia. Nos hacen preguntas en húngaro y les explicamos que hacemos la eurovelo. Tras una cierta incertidumbre, desde su walky talky nos autorizan a pasar. En los próximos kms hasta la frontera con Serbia vemos varias de estas patrullas al lado del camino, refugiados del sol y del calor  en destartalados  puestos de madera y en  tiendas militares.
En el último pueblito de Hungría recuperamos fuerzas. Comemos un par de plátanos, una naranja, pipas de calabaza y atacamos los 32 kms que quedan hasta Sonbor.
Arrancamos con la chispa de una batería vieja recién cargada, que al de poco tiempo vuelve a ponerse roja. En la frontera con Serbia pasamos  los típicos trámites y cambiamos euros a moneda local.

Los primeros pueblos de Serbia discurren salteados entre campos y árboles, están muy cuidados, son bonitos y tranquilos. El calor y el cansancio nos obliga a una nueva parada. Nos tiramos en una zona de césped junto a una casa a estirar. Los últimos 16 kms hasta Sonbor se hacen duros y ahí entregamos la cuchara por ese día. Apenas 65 kms recorridos. Pero hay que escucharle al cuerpo y respetarlo. Ayer me quedé muy pronto sin balas.
Juan dice que tenemos un don, una especie de poder, el de ser invisibles. En las calles de Sombor me acerqué a varias jóvenes que nos cruzábamos  para preguntar por el camping. Como si no existiese.......ni me miraban. Debemos de tener muy mala pinta creo yo. Ya si alguien se precia a responder, casi nadie habla inglés o francés, algunos sí que hablan el alemán.
Por fin, en una avenida arbolada, caímos en el Bike Campo Long Tour de Sombor www.longtour.org

Se trata de una finca dentro de la ciudad, un jardín con árboles para poner la tienda y un espacio comunitario con todo lo indispensable para cocinar, un ordenador, música, escritorio, mesa de comedor y sala de estar, muy coqueto y acogedor. Pero yo destacaría aún más la atención que dispensan Ivanka y Frederik, que estuvieron pendientes de nosotros, nos dieron indicaciones para la pequeña ciudad y un listado de campings en el trayecto de 700 kms de Eurovelo 6 en Serbia.

Ayer nos dimos la primera ducha del viaje, primera colada y fuimos a cenar a una pizzería de batalla. Un par de birras buenas, paseíto y a dormir.


Sombor tiene algunos edificios oficiales antiguos bien conservados. En el centro los bajos de los edificios están colonizados por marcas con sus luminosos y estética estridente y moderna.
Cuando veo sombrillas de Coca Cola en las  terrazas y  compruebo que suena la misma mierda en todo el mundo me reboto.

Son las 7 de la mañana. No me da la vista más. Aquí las tiendas ya están en marcha, voy a ir a comprar el desayuno.
Jon
ESPACIO ZARRIO




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